Ha llegado el momento menos esperado por la mayoría de los futboleros argentinos. Ese momento en que la vida se termina por unos dos meses. El peor infierno de los hombres (y el cielo de todas las esposas). Aquí van algunas de las clásicas opciones que tenemos para llenar ese vacío de los domingos a la tarde:
-Sentarse a ver los goles de la temporada 44’-45’ y recordar aquellas épocas doradas de pantaloncitos ajustados y bolsillito en la camiseta.
-Seguir de punta a punta el campeonato panamericano de tejo, simulando una pasión desenfrenada cuando en realidad es menos apasionante que escuchar cantar a Zulma Lobato una canción de los Rolling Stones.
-Dedicarte a cumplir tu sueño de toda la vida de coleccionar palomas disecadas y venderlas en Plaza Francia.
En síntesis: El receso en el fútbol argentino es perjudicial para la salud.
Martina Barraza
“De la cuna hasta el cajón”
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